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martes, 26 de abril de 2011

FOSTER CITY, DESTINO PERFECTO

  
Mi nombre es Sarah Mayer, tengo 17 años y hoy conoceré cual es mi destino dentro de  Foster City. El Consejo, organismo encargado del funcionamiento y armonía de la ciudad ha solicitado mi presencia en el Destinatorium, y esto en Foster City sólo tiene un único significado. Los Supremos ya han decidido el papel final que voy a desempeñar dentro de la Sociedad y no cabe duda de que será un papel que no sólo garantice mi plena felicidad, sino que consiga una total integración con todos los habitantes de la ciudad. Tengo suerte de haber nacido en Foster City, aquí nada se deja al libre albedrío, desde que nacemos, los Supremos van estudiando todos nuestros movimientos, pasamos los primeros meses de vida en el centro Neonativum con el fin de verificar si somos aptos para ser entregados a la Sociedad. Nunca he sabido qué pasa con aquellos niños que no superan las pruebas, no obstante, el Consejo dice, que esta selección artificial no es casual, sólo pasan los mejores con el fin de asegurar la felicidad continua y universal dentro de la Sociedad. El Consejo decide cuándo el bebé es apto para incorporarse a ésta y ser entregado a la familia a través de su ceremonial correspondiente. Todas  las pruebas que se realizan en el centro quedan registradas en el Sociudum, libro custodiado y de exclusivo acceso a los miembros del Consejo, en el cual queda impresa la clave de la línea de destino de cada ciudadano que no podrá ser alterada bajo ningún concepto.

            Mientras camino dirección al Destinatorium, noto un cosquilleo en el estómago, la exaltación de los sentimientos no está del todo permitida en esta ciudad y es controlada a través de una serie de pastillas que tomamos todos los días, sin excepción, pero este signo de debilidad, comienza a manifestarse en mi cuerpo y aumenta según me acerco al Destinatorium. Me sitúo delante de la puerta del despacho principal, respiro profundamente, no quiero que los miembros del Consejo noten mis pequeños síntomas emocionales y golpeo la puerta tres veces, como bien dice el protocolo, antes de pasar. Deslizo la mano por encima del pomo de la puerta y lo giro hasta oír ese irremediable chasquido, ya no hay vuelta atrás, acabo de abrir la puerta que me mostrará parte de mi destino.

            El Consejo Social está formado por  los 5 Supremos los cuales aguardan mi presencia, sentados, hasta que les hago la reverencia protocolaria para ponerse en pié y dar comienzo a la ceremonia. Me entregan la carta a través de la cual conoceré la profesión que desempeñaré en la Sociedad. La abro, con la premura y cuidado que se presupone en un ciudadano de Foster City, y me sorprendo cuando en ella veo la palabra Supremo. Siempre he entendido que este oficio es reservado a aquellos ciudadanos que denotan cierta diferencia con respecto a los demás, no puede haber más de 5 Supremos en todo Foster City. Mañana comenzaré mi formación para sustituir a una de las personas que me han recibido en este día tan importante y seré afortunada porque tendré acceso al libro Socidium, donde podré revisar una información tan privilegiada como es la de conocer el destino de cada habitante de Foster City, con la única excepción, de que no se me está permitido conocer el mío propio.

            Llevo dos meses en el centro de formación, me reúno 6 horas diarias con los Supremos y voy aprendiendo los mecanismos para controlar la vida de los ciudadanos. Todos los días llego a casa con una sensación extraña, la tranquilidad y felicidad que siempre he sentido, empieza a ser cuestionada en mi cuerpo en forma de pequeños impulsos emocionales que me producen cierta sudoración y palpitaciones. Conozco los protocolos de actuación para este tipo de síntomas, así como para otras situaciones que angustiarían a cualquier ser humano. Tengo el honor de conocer cómo generar el destino de cada persona y cómo conducirlo por el camino adecuado. Antes de que me entregaran mi carta de destino, yo nunca hubiera cuestionado el orden protocolario de Foster City. Comienzo a sentir curiosidad sobre mi línea de destino, he podido ver la de otros compañeros, sé cuando se les emparejará, cuando se casarán y cuando tendrán que aportar su primer hijo a la Sociedad y yo lo único que sé del mío es que seré Supremo, y la curiosidad, es un sentimiento nuevo que ha nacido de la nada y me conduce hacia la vía más prohibida de esta Sociedad, que sin duda alguna consiste en cuestionarse los propios métodos de ésta.

Mis manos sudan como nunca, tengo el Socidium entre mis manos, lo abro lentamente, busco mi nombre dentro de él y obtengo la clave de mi línea de destino. Me dirijo hacia el ordenador central, me identifico sin problema y procedo a meter el código que he apuntado. Estoy a una tecla de conocer mi destino y a una tecla de infringir las reglas de Foster City. Me armo de valor, sentimiento también innecesario e inhibido en nuestra Sociedad, y aprieto la tecla. Un brutal ruido se introduce en mis oídos mientras miro mi línea de destino. Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando observo que una marca roja plasma exactamente este mismo momento, el mismo día y misma hora que marca el reloj de la sala central. Antes de que me de tiempo a girarme, los guardas que parecen preparados para tal suceso, me aprisionan para aplicarme el protocolo oportuno. Intento nefastamente escaparme de ellos, noto un severo pinchazo en mi brazo izquierdo, el líquido fluye por mis venas y comienza a hacer su efecto, a la par que esto sucede oigo las voces de los otros Supremos, ya en forma de susurros lejanos: “Tranquila, tranquila, en Foster City, todo está controlado”.

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