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domingo, 24 de abril de 2011

EL APRENDIZ DE SUEÑOS

Todavía recuerdo el esfuerzo que hacía para prolongar la temida cita nocturna. Aguantaba despierta hasta horas improcedentes, pero siempre llegaba ese momento del día, donde mis ojos se cerraban dando entrada a ese mundo de sombras en el que quedaba atrapada. Todas las noches me despertaba sobresaltada, empapada en un sudor frío, mientras escuchaba mi voz desgarrada ahogarse en un grito de pánico. Y consciente de que lo peor ya había pasado, sabía que durante el día esas imágenes se me presentarían todas ellas en extravagante procesión, para recordarme que una nueva noche amenazaba con una nueva historia, sin lugar a duda, de lo más estremecedora. Mi vida, se veía afectada por el cansancio que me producía, era una lucha continua por no seguir dormida y despertar de las pesadillas que ninguna terapia había conseguido eliminar.

Mi vida, dio un giro inesperado el día en el que el azaroso destino guió mis pasos hacia aquella librería, e hizo que de casualidad me fijara en un libro que asomaba tímidamente en aquel estante. Tuve la necesidad de cogerlo y me llevé una grata sorpresa cuando leí su título: “El aprendiz de sueños”. De primeras, pensé que era uno más de los muchos libros que te explicaban los tipos y fases del sueño que tan minuciosamente había estudiado. Pero al abrir la primera hoja, lo que parecía ser un libro de bolsillo lleno de los típicos términos aburridos, era una guía práctica para aprender a reconocer los sueños y conseguir hacer de ellos un lugar acogedor.

Los primeros capítulos del libro versaban sobre los principios básicos del aprendiz de sueños y se exponían esas normas fundamentales que un aprendiz, nunca debería olvidar, ni transgredir. Ese mismo día empecé a poner en práctica lo que había leído. Todo es cuestión de hábito, decía el libro, y el primer hábito que había que trabajar era el de cuestionarme mi propia realidad. Me pasé un mes mirando objetos reales y preguntándome constantemente si estos cambiaban con el fin de establecer un punto de referencia, porque los sueños, como bien sabemos, están basados en la inestabilidad de los hechos y en su continuo cambio. Pasado un mes de realizar este ejercicio básico de comprobación, una noche ya en mis sueños, fui capaz de hacerme la misma pregunta mientras observaba un reloj de pared. Cuando volví a mirarlo para responderla, el reloj había desaparecido y en su lugar había un pasillo largo y oscuro. Fue la primera vez que supe que estaba soñando y que no tenía que temer nada de lo que en ese lugar, donde las cosas no son sino parecen, pudiera estar sucediendo. Pero consciente de no tener la información suficiente para manejar aquella situación, mi sueño me arrastró a una de mis tradicionales pesadillas. A partir de esa experiencia, cada día, trabajaba con más ganas las lecciones de mi guía para intentar avanzar con extrema rapidez y llegar al capitulo final, en el que me coronaría “maestra de sueños”. Y en este último capítulo, es donde se explicaba cómo la mente podía funcionar de gaveta compartida y colocar durante el día los objetos que quisieras llevarte al sueño, para poder usarlos en éste y construir el mundo soñado a tu antojo. Me pareció la tarea más complicada de todo este libro, porque a veces, cuando estaba ya dentro de mis sueños lúcidos, intentaba hacer uso de los objetos que me había llevado, y mientras los iba colocando, estos se agitaban y se confundían entre sí dando lugar a nuevas metamorfosis de ideas, tan confusas y semejantes a las que podría producir un enfermo de delirante imaginación. Cuando fui capaz de controlar por completo el paso de objetos del mundo real al de mis sueños, noté progresivamente cómo mi vida iba mejorando. Ahora deseaba tener esa cita nocturna con mis sueños, porque ya era capaz de controlar con magistral habilidad todos los elementos. Hacía y deshacía a mi antojo y cada noche, me llevaba elementos de mi vida cotidiana para hacer más confortable y real mi vida en sueños. Estaba logrando día a día la perfección dentro de ellos. A veces, incluso, mejoraban la realidad presente y la estabilidad que estos mostraban era envidiable.

Pero cuando más convencida estaba de que mi vida ahora era perfecta, de nuevo, el azaroso destino me llevó al mismo sitio donde comencé toda esta historia creyendo que la casualidad me mostraba el mismo escenario de antaño. Observé con detenimiento cada uno de los objetos de la librería. Me llamó la atención que habiendo pasado un año, todo estuviera de la misma forma ordenado, de la misma forma que yo recordaba, y que los títulos que estaban en la estantería de novedades, muy lejos estaban ya de serlo. No percibí ningún cambio en ellos, sin embargo sentí la misma necesidad que tuve en su momento y cogí el libro que insistentemente se me ofrecía. Cual fue mi sorpresa, que lo que parecía ser el mismo libro que me había ayudado a controlar mis sueños, no era más que un plagio de éste pero con un título diferente: “Aprendiz de realidades”. Noté cómo mi rostro se tensaba ante ese descubrimiento y con cierta inquietud volví a mirar a mi alrededor, con la precisión que sólo un maestro de sueños podría tener, para verificar de nuevo, si había algún objeto cambiante y asegurarme del mundo en el que me encontraba. Pero de nuevo, ningún objeto cambió, y la única excepción que podía desentonar en aquel escenario, era el libro que sostenía en mis manos. Y tras una pequeña reflexión comprendí lo que me estaba pasando. El mundo tan perfecto que en mis sueños noche tras noche había ido creando, me estaba jugando una mala pasada, porque ya no sabía distinguir la barrera que separa a estos dos mundos. Había quebrantado una de las normas básicas del aprendiz de sueños: “No compartas toda tu realidad con ellos, porque puedes acabar perdida en éstos”.

Ahora, consciente de estar aferrada al más perfecto sin sentido, intento buscar el equilibrio que me devuelva la razón de las circunstancias, y para ello espero que los días mueran y las noches nazcan para luchar por ese momento, en el que mi vida no sea un sueño y que los sueños, simplemente sean eso.


Nota: Publicado en Netwirters el 22/03/11

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