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jueves, 3 de noviembre de 2011

TE ELEGIRÍA A TI


No sé dónde estoy. Creo estar encerrado en la oscuridad de algún sitio arropado por el silencio. A veces siento paz, sosiego y en ocasiones creo que me elevo por encima de mi cuerpo para expandirme, por momentos, indefinidamente hacia la nada. No sé cuantos días llevo así, perdido en mí mismo, sin saber realmente si existo o estoy atrapado en un mal sueño. Me pregunto si, a pesar de todo, en el tiempo que creo llevar aprisionado, alguien me busca. A veces, creo reconocer la voz de una mujer, suave pero enérgica, que con mucho cariño dice mi nombre, Sam, y el sonido se repite en mi mente, unas cuantas veces, las suficientes para pensar que todavía hay esperanza y que algún día recordaré cómo y por qué llegué a este lugar.

Hoy he vuelto a escuchar esa voz, la de la mujer, pero esta vez no decía mi nombre. Joe, la voz decía Joe y, no sé por qué, de inmediato, la imagen de un niño de cuatro años sobre una bicicleta roja ha aparecido proyectada en mi memoria. Creo que es mi primer recuerdo desde que estoy aquí encerrado. El niño tiene una mirada sugerente y sonríe. Parece que quiere que le siga y mi recuerdo se extiende hasta coger otra bicicleta y acompañarlo. Río, los dos juntos reímos mientras pedaleamos a toda velocidad hasta que una voz vibrante hace que se  desvanezca el bonito recuerdo. No sé por qué no puedo olvidar lo que esa voz ha dicho, “¿crees que se da cuenta?”, darse cuenta, de qué, me pregunto sin cesar, pero ¿es posible darse cuenta en este estado?

El silencio vuelve y me aferro a ese recuerdo, a ese niño sonriente de cuatro años. Quiero que aparezca de nuevo en mi mente para poder perseguirle, me concentro y me esfuerzo todo lo que puedo, no parece dar resultado. Joe, Joe, Joe… repito incansable invocando la imagen y, el pequeño niño, por arte de magia, se convierte en un chico de doce años que tiene un balón de fútbol entre las manos. “Pásame la pelota, Joe”, pienso en ese momento y el niño lo hace sin dudarlo. Miro la pelota, se ha convertido en una esfera cristalina en donde se refleja a otro Joe de pelo más oscuro presentándome a una bella joven, sí, creo reconocerla. Y así paso el día, recuperando de mi memoria imágenes perdidas. Joe está en todas ellas y acabo comprendiendo que es una persona importante en mi vida.

Mientras me sumerjo en todos esos recuerdos intentando obtener la máxima información posible, vuelvo a oír de nuevo la suave pero enérgica voz de la mujer que parece iniciar una conversación.

- Creo que será lo mejor
- ¿Estás segura, Julia?
- No lo sé. ¿Y si puede oírnos? ¿Y si sabe lo nuestro?
- No, no lo creo, Sam se fue hace mucho tiempo.

El sonido de sus voces se amplifica en mis oídos. Las imágenes que he ido recordando se van ordenando progresivamente en mi memoria. Todo comienza a tener sentido. No me importa recordarme tumbado en el borde de una carretera. No me duele seguir aquí encerrado, en esa habitación con vistas a ningún lado. Lo que me duele es haber sido traicionado. Joe, mi mejor amigo, está ocupando mi sitio. Siento rabia, el dolor me abrasa y, con su calor, voy quemando las imágenes recuperadas, incluida esa en la que fue padrino de mi boda con Julia. Lucho inútilmente por apartarlo de mis recuerdos aunque soy consciente de que tengo perdida esa batalla, no puedo odiarlo eternamente. Mi fiel amigo Joe, el que siempre estuvo a mi lado, ahora parece continuar con mis pasos, los que yo debería de haber dado si no me hubiera atropellado aquel coche. Visualizo una imagen de ellos dos juntos, Julia y Joe, y la razón me lleva a la calma. Por primera vez en este sitio me siento libre. Quizás ahora ya esté preparado para marcharme. Mi mejor amigo cuidará de la persona que más he querido. Cierro los ojos y deseo que decidan desconectarme.

3 comentarios:

  1. Felicidades campeona. Participo poco pero siempre saco un rato para leeros. No puedo resistirme a determinados placeres. Besos.

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  2. Un gran acto de generosidad, si señor. Al fin y al cabo, en numerosas ocasiones, lo que más amamos ha de ser lo que menos reclamamos para dejar que permanezca junto a nosotros libremente o se sienta libre de marchar y continuar siendo feliz. Muy bien escrito el texto, muy bien conseguido ese coma, no obstante, para mi gusto, el final demasiado explicado... ¿acaso no era evidente de que Joe y Julia se amaban? Hay cosas que no se pueden evitar y tampoco sería de justicia hacerlo. Un beso Ana, eres una gran escritora, te felicito por ese Oro en el Tintero, lo mereces.

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  3. Qué relato.. cuando lo lei en "casa" ya me emocionó.. ahora despierta sentimientos y emociones nuevas.

    Gracias, Ana.

    Besos¡¡

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